RESUMEN
Se trata de analizar las prácticas de injusticia que generan los tráficos interfronterizos de drogas, personas, armamento y dinero en un escenario global donde organismos internacionales, estados nacionales y mafias se implican mutuamente en la diversificación de la violencia interconectada política y económicamente.
PALABRAS CLAVES
INJUSTICIA, TRÁFICO, ESTADO, VIOLENCIA, POLÍTCA
ABSTRACT
It is a question of analyzing the practices of injustice that generate cross-border traffic in drugs, people, armaments and money in a global scenario where international organizations, national states and mafias are mutually involved in the diversification of violence Interconnected politically and economically.
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KEYWORDS
INJUSTICE, TRAFFICKING, STATE, VIOLENCE, POLITICS
INTRODUCCIÓN.
Los límites que presentan las teorías normativas de la justicia en la búsqueda de principios formales y éticos dirigidos hacia una sociedad perfectamente justa son diferentes para solucionar los problemas de un mundo global injusto e imperfecto en el que vivimo ; un ejemplo de prácticas de injusticia son los estados nacionales afectados por los tráficos interfronterizos denominados “negros” TIN ( drogas, personas, armas y dinero), de modo que el ensayo que a continuación se expone intenta analizar la vía de la injustica con el fin de sugerir una investigación que muestre 1) cómo los organismos internacionales enumeran fines justos como criterio de discriminación para señalar a los estados nacionales fallidos o no consolidados en la lucha contra los TIN. 2) Cómo estos estados nacionales instrumentan políticamente la mentira funcional en medio de una didáctica del temor para seguir manteniendo una cuota de beneficio en los TIN y 3) Cómo es que los TIN son el resultado consecuente de la libertad de comercio donde derecho y violencia conforma una fuerte paradoja que políticamente no encuentra solución. Estos tres aspectos nos llevan a la conclusión según la cual el problema para los organismos internacionales y los estados nacionales es que no alcanzan a diferenciarse éticamente de los TIN; no aparece una división infranqueable entre lo justo y lo injusto sino que están interconectados con prácticas de injusticia a nivel global.
1. FINES JUSTOS Y SUS RIESGOS.
El ejemplo paradigmático para tratar los fines justos y sus riesgos estipulados por los organismos internacionales los encontramos en Granell Trías (2008: 374), quien en su famoso artículo “La cuarta oleada de organismos económicos internacionales” plantea criterios de desarrollo global para salir de la profunda crisis de recesión que se produce en el 2008 y que hasta ahora no han cesado de impactar los efectos negativos a nivel global. Siguiendo con la metáfora de Toffler (199: 499) según la cual el desarrollo de “la sociedad ha estado marcada por una serie de oleadas de civilización: agricultura, industria y tecnología (…)”, Granell, en el artículo antes mencionado, describe la evolución de los organismos aduaneros devenidos en organismos internacionales que han estado propiciando el desarrollo y la cooperación en la sociedad global. Su propuesta consiste en crear una cuarta oleada basada en nuevos formatos operativos como base para la cooperación y creación de bienes públicos globales (como lo muestra a siguiente tabla); normar la libertad del mercado y combatir los riesgos que representan los TIN.
Bienes públicos globales solamente alcanzables a través de la cooperación internacional: • Sistema político internacional que garantice la paz entre los estados, la seguridad contra el terrorismo y los fanatismos raciales o religiosos, el respeto a los principios del estado de derecho, el respeto a los derechos igualitarios no discriminatorios de las poblaciones, el respeto a las minorías, la lucha contra la corrupción y unas relaciones políticas internacionales e interregionales armoniosas. • Sistema financiero mundial que garantice la estabilidad macroeconómica, el acceso a los recursos en favor del desarrollo y que impida los tráficos ilícitos y el blanqueo de dinero. • Sistema libre y leal de comercio internacional, con movilidad y clima propicio para las inversiones, respeto a los derechos de propiedad intelectual y máxima libertad en otras relaciones internacionales, con, además, un trato especial y diferenciado para los países menos adelantados, procurando, al mismo tiempo, la creación de redes de seguridad que impidan que las libertades establecidas den pie a situaciones de abuso o permitan actuaciones transnacionales desleales y tráficos ilícitos. • Lucha global contra el cambio climático, la degradación medioambiental, el acceso a la energía y al agua potable y todo ello asegurando la autosostenibilidad del macrosistema para asegurar la seguridad del entorno físico y humano. • Sistema global en favor de la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio establecidos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2000: lucha contra el hambre, el analfabetismo, las desigualdades de género, la difusión de enfermedades transmisibles (SIDA, malaria, tuberculosis, etc.), etc. |
La creación de bienes públicos globales pueden caracterizarse como fines justos que los organismos internacionales y sus miembros más influyentes han sugerido para tomar decisiones sobre las políticas de cooperación y apoyo fundamentalmente financiero.
No obstante, hay que marcar una diferencia de formato. Mientras la tercera ola estuvo marcada por una revolución decisional de minorías políticas y de consumo, es decir por la creación de una red de instituciones estatales para procesar las demandas planteadas por un pluralidad política en los diferentes órdenes de gobierno que permitían el flujo constante de capital y de mercancías (Toffler, 199: 256), ahora por el contrario, la forma de justificar una cuarta oleada surge del “[…] concepto de la paz y la seguridad que hoy entendemos como tal y las amenazas que afronta el mundo de hoy estrechamente vinculados a las nuevas realidades de un planeta cada vez más interdependiente, en el que existen toda una serie de aplanadores, que hacen que cada vez sean menos las barreras existentes entre los diferentes estados, y tanto para lo bueno como para lo malo.” (Garnell, 2008: 375)
Lo que significaba laissez faire, laissez passer para la tercera ola basada en el consumo propiciado por minorías emergentes, ahora, por el contrario, el flujo permanente de dinero y mercancías ha permitido el desarrollo de tráficos interfronterizos que generan violencia y desestabilizan las regiones donde los estados nacionales son considerados fallidos o no consolidados.
“(…) los estados frágiles, los estados débiles, los estados fallidos o los estados inviables, todos ellos cercanos al colapso se constituyen en actores internacionales que, con sus comportamientos extraños, erráticos o hasta peligrosos para la comunidad internacional en su conjunto, para sus estados vecinos y sus propios súbditos, fragilizan el Sistema Mundial, crean nuevas amenazas a la paz, a la seguridad y a la estabilidad económica-financiera, y abren paso a lo que se está empezando a llamar el “derecho a la intervención”, la “guerra preventiva” o hasta el “derecho a la injerencia humanitaria”, tanto para evitar que un estado se aparte de reglas internacionalmente aceptadas (como puede ser la no proliferación de armas nucleares), o hasta para proteger los derechos humanos ignorados por sus propios gobiernos (…)” (Grenell, 2008: 376)
No es novedad que haya TIN; su historia es más antigua de lo que supone Granell, es decir, trasciende a cualquier organización aduanera, solo que ahora se considera fundamentalmente perversa porque en su paso larva a todas las instituciones incluido al propio Estado nacional. La casuística que aquí se deja ver consiste en que los fines justos no pueden alcanzarse allí donde predominan los TIN y entonces los organismos internacionales y sus miembros más influyentes limitan la cooperación y el otorgamiento de beneficios financieros. Sin embargo, también hay lugar para el en donde el flujo de los TIN es parte integrante de la estabilidad económica-política de un Estado nacional no consolidado o inviable. El razonamiento de Granell se inclina por el primer caso con el fin de justificar que la mejor cooperación y desde luego el financiamiento corresponden a los tradicionales organismos financieros que requieren de una serie de nuevos formatos , que los fines justos son posibles de alcanzarse en un ambiente de tráficos fronterizos acordados e inspeccionados por los organismos internacionales. Lo que no destaca en sus argumentos es que es fortuito que los TIN tengan lugar en los estados nacionales que han sido desmantelados paulatinamente por una serie de políticas descentralizadoras organizadas desde los mismos organismos internacionales.
Durante las dos últimas décadas “los organismos internacionales se encargaron de crear una serie de necesidades dirigidas a los estados nacionales frágiles y dependientes política y económicamente, pero también se encargaron de venderles las soluciones en forma de cooperación y financiamiento.” (Falife-Rahume, 2000: 190) Sin embargo, para Granell lo importante para justificar los actuales formatos de cooperación y financiamiento es demostrar que existe una paradoja entre fines justos y pobreza real que es imposible de salvar.
“Las cuestiones del subdesarrollo revisten, por su parte, una importancia creciente, habiéndose convertido en una preocupación fundamental para el sistema internacional, tanto por la lucha contra la pobreza en el mundo que todos creemos que hay que combatir, como por la inestabilidad y amenazas de males globales (migraciones ilegales, transmisión de enfermedades, desequilibrios económicos y financieros) que las desigualdades mundiales crean. Todo ello ha hecho que el “derecho al desarrollo de los países atrasados” haya pasado a ocupar un lugar destacado en la “Agenda Internacional”, aún a pesar de que el propio concepto de derecho al desarrollo resulta de muy discutible juridicidad internacional”
Como la pobreza ha sido un tema muy discutido y poco fructífero para los organismos internacionales, ha sido conveniente enfocar las amenazas que representan los estados fallidos para la estabilidad global y por supuesto para los organismos internacionales. Hay que advertir que el concepto de Estado fallido es un término polémico, que califica de esta manera a un Estado débil en el cual el gobierno central tiene poco control práctico sobre su territorio.
El término también se utiliza en el sentido de un Estado que se ha vuelto ineficaz. Es decir, un Estado que tiene control nominal militar y policial sobre su territorio, solamente en el sentido de no tener grupos armados desafiando directamente la autoridad del Estado, pero que no puede hacer cumplir sus leyes uniformemente debido a las altas tasas de criminalidad, corrupción extrema, un extenso mercado negro y/o informal, burocracia impenetrable, ineficacia judicial, interferencia militar en la política, grupos de poder fácticos que imponen sus decisiones sobre la aplicación de la ley, la ley misma y el interés general, situaciones culturales en las cuales los líderes tradicionales gastan más energía que el Estado sobre ciertas áreas aunque no compitan con el Estado, y otros factores. Tal vez esta definición está más próxima a la realidad de América Latina, sin embargo es relativa debido al desempeño de los últimos diez años en la lucha contra el crimen organizado.
En resumen: “La libertad de tráficos interfronterizos trasiego de divisas que pueden resultar desestabilizadores para la economía mundial, flujos de dinero negro, migraciones controladas por mafias, facilidad de circulación para terroristas, [representan] males globales [que] no siempre [son] fáciles de combatir con el sistema internacional del que hoy disponemos [es] síntoma inequívoco del convencimiento de que el estado nación tradicional es incapaz, hoy, de resolver los problemas globales y que, como tales, no conocen de barreras fronterizas nacionales.” (Granell, 2008: 377)
Una vez que ha dejado de ser prioritario el problema de la pobreza como problema de injusticia, la incapacidad de los estados nacionales para hacer frente a la violencia que generan los TIN se ha convertido en la factor más acuciante para tratar los efectos negativos de la libertad de mercado y los actuales parámetros operativos de los organismos internacionales.
No obstante, creemos que este razonamiento es parcial ya que no existe ningún rubro que no pueda medirse; en este sentido, la tercera ola dejó cientos de instituciones por las cuales los estados nacionales procesan las solicitudes de los ciudadanos mediante el establecimiento de parámetros de medición en marcos jurídicos cada vez más regulados. Lo mismo podemos decir de las organizaciones internacionales. Desde el año 2003, el Center for Global Development publica cada año en la revista Foreign Policyun[3] el índice del compromiso con el desarrollo de los Estado que se han considerado como fallidos. Esta nueva herramienta de evaluación permite clasificar a los 21 países más ricos según la calidad de su esfuerzo en materia de ayuda a los países del Sur. Lejos de limitarse únicamente al presupuesto del ámbito de la cooperación, los creadores del índice también toman en cuenta la forma en la que el comercio, las inversiones y las políticas de inmigración, medioambientales, tecnológicas y de seguridad ayudan o perjudican a los países pobres. Es decir, todo el ejercicio de un Estado que presenta TIN está sujeto a medición, esto sugiere que la noción de inspección y control por parte de otras entidades internacionales tiene presencia, y no obstante no mejoran en absoluto los riesgos al interior y al exterior de las fronteras con TIN. ¿A qué se debe?
Hemos querido contradecir a Granell al proponer un punto de vista diferente: advirtiendo que el flujo de TIN son parte integrante de la estabilidad económica-política de un estado nacional débil en sus fronteras. Sin embargo, resulta absolutamente paradójica nuestra aseveración si solamente queremos valorar la realidad a partir de los fines justos que enuncia Granell, en cambio, la óptica se modifica si analizamos el problema de la injusticia propiciada por una serie de técnicas de gobierno para simular los compromisos internacionales adquiridos por los estados pobres junto con una didáctica del temor que desvía el problema de la influencia en el poder de mafias consolidadas en los diferentes ordenes de gobierno en los estados nacionales considerados como débiles. Veamos esta propuesta de análisis.
2. PRÁCTICAS DE INJUSTICIA: MENTIRA FUNCIONAL Y DIDACTICA DEL TEMOR
Hoy existe una máxima discursiva que es sumamente valiosa para todo aquel que quiere vender algo, incluso su propia imagen: omitir no es mentir. La mentira alguna vez tuvo el estatus de secreto o arcana, estaba dividida en dos: arcana imperii y arcana dominationis. “Refiriéndose los primeros al Estado, es decir, a la situación de poder existente de hecho, en los tiempos normales, pertenecen los distintos métodos empleados en distintas formas de Estado (monarquía, aristocracia democracia) para mantener tranquilo al pueblo; por ejemplo en la monarquía y aristocracia, una cierta participación en las instituciones públicas, pero particularmente una libertad de expresión verbal y la libertad de imprenta. En cambio los arcana dominationis se refieren a la protección y defensa de las personas que ejercen la dominación durante acontecimientos extraordinarios, rebeliones y revoluciones.” (Schmitt, 1985: 34)
Fue Maquiavelo quien dejó precedentes acerca de la omisión, la promesa y la mentira para suponer que se observan los acuerdos. “Si los hombres fueran todos buenos, este precepto no sería correcto, pero como son perversos, y no lo observarían contigo, tampoco tú debes observarlo con ellos. Además jamás faltaron a un príncipe razones legítimas para disfrazar la violación de las promesas.” (Maquiavelo, 2009: 112) Para suponer que se observaban los acuerdos Maquiavelo establece en el capitulo XVIII de El Príncipe la figura del Quirón: mitad bestia y mitad hombre. Traducido a una tecnicopolítica Maquiavelo nos ofrece un juego de simulación-disimulación para crear equilibrio entre fuerza (león) y astucia (zorro). “Que el mejor ha sabido ser zorro, éste ha salido mejor librado. Pero hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en disimular: los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades del momento, que aquel que engaña encontrará siempre quién se deje engañar.” (Maquiavelo, 2009: 112).
Hoy esa tecnicopolítica de simulación-disimulación carente de fines justos no es practicada de la misma forma que el Príncipe Quirón del quatrocentto sino que ahora se ha sofisticado por la figura del lumpen internacional, como alguna vez predijo Bataille (2008: 118) cundo señaló que “el hampa en su exuberancia de ocio [sexo, drogas, armas y dinero]” exhibe en la industria del cine toda una apología de la violencia que carga de sentido las prácticas de los TIN en un escenario global. En las últimas cinco décadas quien conquistó el poder en las diferentes esferas de poder como son: política, mercado financiero y de diversión, fue la desclasada hampa, es decir el mercenario internacional, mas no la burguesía nacional o los partidos obreros. El hampa es quien ha perfeccionado la instrumentación del poder en los estados nacionales y en algunas organizaciones financieras de carácter internacional. Muestra de ello es el hecho de la filtración masiva de documentos que revelan las gestiones de Mossack Fonseca que durante cuarenta años era la base de los Panamá Papers, publicados por los medios del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ICIJ[4] (por su sigla en inglés) el pasado 3 de abril del 20016. La información causó un escándalo de dimensiones globales por el uso de empresas “offshore” para supuestamente evadir impuestos y blanquear dinero a través de 21 paraísos fiscales. La situación se intensificó cuando el pasado 09 de mayo del 20016 el ICIJ puso a disposición del público la totalidad de la filtración, donde se pueden buscar los nombres de casi 214.000 compañías, fundaciones y fondos que son parte de la investigación. Gran Bretaña, con 1900 compañías, es el segundo país o jurisdicción con más empresas incluidas en esta lista de datos, después de Hong Kong, que sumó 2200.
En este escándalo se dieron a conocer todo un elenco de personajes y figuras internacionales que van del espectáculo hasta la política pasando por grandes firmas financieras que involucran fondos de campañas políticas y apoyos para actividades de información sospechosas. Estos documentos vinieron a corroborar la tendencia que se suscita en los gobiernos democráticos y en los grandes organismos financieros que reciben financiamiento, incluso previo a la elección de los titulares ejecutivos. Pocos son los gobiernos y las organizaciones internacionales que no han sido señalados por su complicidad con las mafias que tienen que ver con los TIN.
No obstante, estas prácticas corruptas pueden ser ocultadas con otro tipo de prácticas como son la omisión y la mentira que operan en las instituciones de gobierno y en los organismos internacionales relacionados con los TIN. Sara Sefchovich (2014: 12) sugiere el siguiente cuadro para identificar las prácticas de la mentira como método de gobierno:
Formas de mentir | Pisos para la mentira | Consecuencia de la mentira |
Prometer, usar números, alardear, pretender, minimizar, descalificar, hablar demasiado, enredar, tergiversar, no dar información, decir verdad a medias, dar versiones diferentes, no llamar a las cosas por su nombre, cambiar el significado de las palabras, ponerle nombres nuevos a lo viejo, abusar de las palabras, soltar chismes y rumores, usar un doble discurso, guardar silencio, no ver ni oír, negar, diluir la responsabilidad, echarle la culpa los otros, defender a los propios, apelar a un nosotros, apostar al olvido, apurarse, no apurarse, la mentira abierta, cinismo, manipular las imágenes, más de lo mismo. | No definir, no devaluar, no actuar, irse por la superficie, no prever, improvisar, no capacitarse, apostar al azar, no reconocer errores, no tener coherencia, la doblez, la negligencia, depender de la aprobación de afuera | Consecuencia de la mentira: desconfianza, falta de respeto, desmemoria, desinterés, doble moral, corrupción, esperar todo del gobierno, carecer de liderazgo, desesperanza |
La mentira como método de gobierno no se relaciona con el nivel y la capacidad de comunicación que tiene un gobierno u organización internacional, sino que el objetivo consiste en crear una atmosfera en donde lo que se dice no corresponde a los que se hace; donde el horizonte de la justicia sólo puede enunciarse ocultando con ello las prácticas injustas. Estas son algunas de las razones por las cuales los gobiernos involucrados con los TIN informan a las organizaciones internacionales de su lucha contra las mafias internacionales, mientras que en la práctica, algunas de ellas son parte de los compromisos adquiridos por los financiamientos que previamente han recibido los partidos políticos o de los ejecutivos de gobierno.
La relación mafia-gobierno se ha caracterizado por ser una fuente de efectos destructores porque la fuerza de ley no tiene ninguna garantía para hacer valer los contratos y pactos que han tenido lugar entre ambas partes. Es decir “la violencia conservadora” de la que nos habla Benjamin (1982: 27) que subyace al derecho no opera en el mismo sentido que el delincuente común, el “gran” delincuente ni siquiera demanda derecho igual sino poderes iguales que el Estado no pueda limitar. Para que esta situación no predomine, los gobiernos que se han involucrado en los TIN han incorporado a la mentira como método de gobierno no sólo para sostenerse el poder sino porque la mentira es ya un modo de funcionar.
(…) hasta 2006, cuando apareció WikiLeaks, un sitio de internet que sacó a la luz documentos secretos tanto militares como diplomáticos y corporativos, que hicieron públicos asuntos muy serios sobre los que intencionalmente se había callado o mentido, como matanzas y asesinatos de civiles desarmados en Irak y presiones a gobiernos diversos para actuar de determinada manera, que los ciudadanos pudimos constatar lo que siempre sospechamos: que la mentira es la forma de funcionar de los políticos, que la política es una red de mentiras, simulacros y engaños y que éstos, no son azar sino el resultado inevitable del método de gobierno.” (Sefchovich, 2014: 361)
Los impulsores de la tercera ola jamás se imaginaron que la creación de tantas instituciones para procesar las demandas de los derechos de las minorías se convertiría en mecanismos de funcionamiento de la mentira. Tan sólo “El sistema mundial de organizaciones internacionales se completa con un total de 7.261 organizaciones no gubernamentales convencionales, de las cuales 36 tienen carácter de federaciones de carácter universal, 5.676 son de carácter regional y otras 1.549 son mixtas.” (Granell, 2008: 374) Por poner un ejemplo local, “(…) en el 2006 en la Ciudad de México se crearon 23 instancias burocráticas y 33 comisiones estatales.” (Sefchovich, 2014: 31) A la fecha son más de 600 dependencias entre secretarías, comisiones, direcciones, consejos y coordinaciones que atienden un gran número de solicitudes por absurdas que parezcan. De modo que no se puede decir que no existan los mecanismos para procesar las demandas de la población, sin embargo, no puede negarse que el funcionamiento de la mentira sea una práctica socialmente aceptada y compartida por todos que hacen posible la corrupción y el tráfico de influencias.
Pero la mentira funcional no solo propicia prácticas de corrupción sino también crea un ambiente que requiere de una didáctica para vivir en él. “Una didáctica del temor para repetir las mismas prácticas injustas” (Speckman, 2009: 19). En todas las sociedades el ejercicio del poder se legitima por la capacidad de mantener el orden de la vida en comunidad y el resolver los conflictos de forma satisfactoria para las partes involucradas. En algunas circunstancias el mérito del orden deriva de una experiencia próxima de revolución o inestabilidad, es decir, de su capacidad para limitar a la violencia. Regularmente existe un remoto recuerdo o una creencia inconsciente de un caos original que fue dominado por una personalidad o una forma de gobierno fuerte respaldada por la máxima autoridad sea por designación divina o por voluntad del pueblo. Así, dice Balandier (2003:75) “El paradigma orden/desorden se sitúa en los fundamentos de la constitución política y las instancias encargadas de juzgar y castigar para guardar el sistema jurídico vigente.”
En el caso de los estados con presencia de TIN se crea un ambiente propicio para la esperanza y para el miedo. La esperanza en el progreso, en la modernidad económica, en las instituciones y en la capacidad de las leyes para sostener el régimen jurídico vigente. Paradójicamente junto a la esperanza crecen una criminalidad real y otra imaginada: los miedos producidos y experimentados, manipulados y utilizados por los castigadores, los criminales y las victimas conforman una didáctica del temor que es expuesta todos los días en la comunicación política, los medios de comunicación, en los centros educativos y en las calles con el fin de fomentar la no acción de parte del ciudadano refugiado en el hogar.
Anteriormente los criminales y la sociedad temían al abuso o a la excesiva severidad por parte de los castigadores, funcionarios públicos o al Estado. Este miedo se manifestó desde el origen mismo del Estado, ahora sucede que “el Estado se involucra en las historias de horror para defender intereses de los capos de las drogas haciendo visible una necropolítica” (Hernández: 2016: 29) que exhibe un escenario de cadáveres y mutilaciones en donde las fuerzas del Estado no terminan diferenciando su labor: si es en contra o a favor de los TIN. El espectáculo de horror dejó de ocultarse y más bien sus efectos se manipulan para que el espectáculo no parezca barbarie sino que se presente ante la opinión pública como un problema de seguridad, incluso propicio para la agenda electoral de un partido político.
La didáctica del temor en los estados nacionales afectados por los TIN tiene un rédito político para las mafias y los gobiernos porque representa beneficios de control de plazas y continuidad en un orden de gobierno por parte de un partido político o de un candidato ciudadano independiente. Lo contrario representa “castigo electoral y disputa de plazas que la fuerza del Estado no puede disuadir.” (Gil, 2016: 13)
Esta absurda relación, entre gobierno-mafia, hace posible el mantenimiento de una estabilidad muy frágil y de poca duración que concluye en escándalos políticos sin ninguna trascendencia para la población acostumbrada a vivir con la mentira funcional y una didáctica del temor psicológico. Lo importante del análisis de este método de gobierno (mentira funcional y didáctica del temor) no solo consiste señalar la cuota de beneficio gobierno-mafia sino en preguntar si se pueden crear los mecanismos jurídicos que limiten y determinen las actividades que actualmente se estipuladas como delincuencia organizada en las naciones que reciben un fuerte ingreso por los TIN. En otros términos: cómo es que habiendo ocurrido una revolución institucional en los estados nacionales propiciada por la tercera ola, aún prevalezcan demandas de consumo que manifiestan grados de violencia funcionales para los estados con TIN. Una respuesta a partir de la teoría de la dependencia: centro periferia, no nos ayudaría lo suficiente para analizar la relación existente entre violencia y derecho si queremos atender a los nuevos formatos que asumirían los estados nacionales y las organizaciones internacionales, como lo propone Granell como base para una cuarta oleada. Sugerimos entonces para este análisis partir de la teoría crítica.
3. VIOLENCIA Y DERECHO EN LOS TIN.
Sería absurdo ver a la mafia en huelga general o promover un paro nacional, incluso afiliarse a una confederación de sindicatos mafiosos con el fin de luchar por unos derechos reconocidos por el Estado. Esta situación es imposible, porque el rasgo característico de las mafias no es el trabajo sino la administración de la violencia. La violencia de la mafia coincide con la del Estado en cuanto que su manifestación es la violencia conservadora; para el caso del Estado: es la violencia conservadora del régimen jurídico vigente; mientras que para la mafia: es la violencia conservadora del código de grupo. La primera es violencia históricamente reconocida, es decir violencia sancionada como poder y la segunda es violencia no sancionada que formalmente puede devenir en violencia creadora de derecho para establecer dentro de una constitución garantías de lo que hasta ahora la constitución misma prohíbe.
Sin embargo, esto último no es posible, la lógica de la mafia consiste en operar dentro y fuera de las instituciones, definiendo sus intereses, de modo que la creación de derecho no es su prioridad. El mismo Benjamin anticipa esta paradoja: “En el “gran” delincuente esta violencia se le aparece como la amenaza de fundar un nuevo derecho (…) Pero el estado teme a esta violencia en su carácter de creadora de derecho, así como debe reconocerla como creadora de derecho allí donde fuerzas externas lo obligan a conceder el derecho de guerrear o hacer huelga.” (Benjamin, 1982, 22)
A excepción de los estados que atraviesan por una situación de necesidad política, que no pueden contener, se ha podido crear un nuevo Estado con objetivos de carácter religioso-nacionalista por parte de mercenarios y terroristas. Sobre todo en Medio Oriente, el resto de la geomafia (por decirlo así) no representa ningún peligro grave para los diferentes estados nacionales con TIN, y menos aún para que sucumba el capitalismo en cuanto tal. La violencia que generan los TIN es gradual y depende de la intensidad con que se manifieste. Por ejemplo el tráfico de droga está creando derecho a partir del consumo y no por la amenaza que ejercen las mafias para influir en la votación de una nueva ley sobre consumo y salud en el uso de los enervantes. Sin embargo, en esta situación se puede advertir que el derecho al consumo de drogas recreativas va desviando el problema de la violencia y dependencia de consumo que por sí mismo crea los TIN.
En este aspecto es importante subrayar la distinción acerca de la violencia que establece Derrida (1997: 82) “El concepto de violencia pertenecen al orden simbólico del derecho, de la política y de la moral, al de todas las formas de autoridad o de autorización, o al menos de pretensión a la autoridad. Y es sólo en esta medida cómo ese concepto puede dar lugar a una crítica.” En la naturaleza no hay violencia, simbólicamente habrá furia, según cierta percepción psicológica atribuida por algunas culturas ágrafas, no obstante la crítica acerca de la violencia tiene su origen en las relaciones que establecen los hombres entre sí y que implican necesariamente grados de violencia.
El derecho al consumo de drogas trae consecuencias negativas para el sistema jurídico y de salud debido a la violencia que surge en el hogar, las calles o los centros educativos. Esta forma de autorización crea un tipo de violencia de tipo concreta susceptible para convirtiéndose en un problema social de desintegración y exclusión.
Lo mismo sucede con el tráfico de personas: prostitución, migración, enfermedades y esclavitud forzada son expresión de violencia concreta, mejor dicho un tipo de violencia histórico-concreta que tiene lugar en mercados interfronterizo que demanda tráfico ilegal para competir internamente, esto supone un tipo de autorización que tiene la misma lógica del mercado.
La mafia internacional supo instrumentar perfectamente -estos últimos cincuenta años- un juego de poder que hay entre autoridad y autorización: la autoridad se puede omitir mientras la autorización tenga los rasgos de la lógica del mercado. Esta instrumentación del poder crea un tipo de autorización de la violencia cuyas notas distintivas le corresponden a la globalización del capital; un tipo de violencia abstracta pero sin duda global porque se ejerce en muchos puntos del planeta donde hay TIN.
Por tanto, podemos decir que los TIN son fuente de efectos destructores porque establecen una graduación de la violencia: concreta, concreta histórica y abstracta global con un tipo de autorización que escapa a los estados nacionales. La violencia concreta y concreta histórica como lo es la droga y el tráfico de personas hacia países consumidores de narcóticos y migración (así como su diversificación) muestran solamente un segmento de la realidad visible de los TIN en donde la autoridad estatal tiene presencia o escasa presencia; en donde la injusticia se puede señalar como en los estado fallidos o no consolidados que instrumentan con mentiras funcionales y didácticas del temor la forma en cómo operan los acuerdos y convenios internacionales en materia de seguridad. No obstante, el problema global no radica solamente en estos estados en donde se propiciara la injusticia sino también en los países consumidores de TNI.
También hay que decir que existe un rasgo acusatorio de violencia en las naciones en donde hay flujo de armamentos con que se realizan los TIN, es decir, solo porque no existe en la misma proporción el tráfico de armas en las naciones consumidoras de TIN se ha asumido que la violencia es mas salvaje en los estados nacionales no consolidados. Este subterfugio es motivado para dejar intactas las relaciones de dependencia que se ha creado históricamente en los intercambios comerciales; que no excluyen en absoluto los TIN sino mas bien son una forma de comercio que no ha encontrado los conductos ni los formatos adecuados para ser incorporados, como piensa Granell, en las múltiples demandas de un consumo global que no tiene medida ni equilibrio.
Por el contrario, podemos decir que la globalización ha creado las condiciones de desarrollo de los TIN en un ambiente que carece de reglas y principios normativos. El ejemplo peculiar lo tenemos con la crisis financiera del 2008 que puso al descubierto muchas de las suposiciones detrás del liberalismo de mercado, decía que: “las soluciones basadas en el mercado siempre son las mejores, independientemente del problema.”[5] Durante décadas, los defensores de esta tesis dominaron la economía, y su influencia creó un sistema donde una fe irreflexiva en los mercados llevó a ver las inversiones especulativas como fundamentalmente seguras. No obstante, la crisis parecía haber matado a estas ideas, por eso los restauradores de certeza -como Granell- plantearon soluciones para reforzar a los actuales organismos financiero mediante la exigencia de parámetros operativos y nuevos formatos de procedimiento para que el público, comentaristas, políticos, economistas, e incluso los encargados de limpiar el desorden explicaran que estas ideas aún caminan entre nosotros y por qué no debe encontrarse una manera de matarlas, si queremos evitar una crisis financiera aún mayor en el futuro.
La promoción de libertad de comercio con escasas reglas y marcos normativos imprecisos no solo diversificó la violencia en el consumo de TIN sino que desató un tipo de violencia financiera con efectos globales más destructivos en sus alcances que la violencia concreta que genera el tráfico de drogas, persona y armamentos. Así, podemos decir que después del 2008 la violencia financiera dejó de ser un fantasma que recorría los países para adquirir finalmente la categoría de terrorismo financiero. Veamos por último la parte absurda de la violencia, pero la más letal por la dimensión de sus consecuencias psicológicas en la realidad.
La concentración de poder económico ha dado a la banca internacional y a las grandes corporaciones la posibilidad de controlar los mecanismos de la economía en beneficio propio, convirtiéndola en un casino especulativo en donde desarrollan instrumentos financieros muy sofisticados con los que practican la violencia «de guante blanco».
“Un auténtico terrorismo financiero que doblega a los gobiernos y a las democracias cuando los políticos olvidan sus responsabilidades y dejan desprotegida a la población frente a los especuladores que se adueñan de los mercados. El resultado de una economía en manos de la oligarquía financiera es el alto endeudamiento, un empleo bajo mínimos y un debilitamiento del Estado del bienestar y de la calidad de vida de las personas, con el aumento de la pobreza y la desigualdad, y un mundo en donde disminuye la representatividad de las instituciones democráticas y la voz de la ciudadanía pierde fuerza.” (Navarro & Torres, 2016: 31)
Hasta ahora “poca importancia se le da a la oleada de delitos bancarios que crean falsas estadísticas económicas gubernamentales o maquinaciones bursátiles que se producen a diario: colusiones entre Sean-Wall Street; JP y el Congreso del los Estados Unidos, etc.”[6] Se ha procurado educar consecuentemente al público usuario de servicios financieros para que no preguntar, ni mucho menos este enterado del lenguaje sofisticado que encierran los instrumentos financieros tan absurdos para que de ellos se pueda especular y sustraer capital de cuentas de todo tipo de entidades económicas desde servicios públicos y privados como agua, gas, luz, nóminas y pensiones sujetas a la volatilidad del mercado cambiario que es el terreno fértil para este tipo de prácticas que propician un mercado financiero errático.
Estas prácticas han dado pauta para decir que “son los mercados financieros los que controlan y doblegan a los gobiernos y a las democracias haciendo que los políticos olviden sus responsabilidades y dejen desprotegida a la población frente a los especuladores que se adueñan de los mercados. El resultado, es un debilitamiento del Estado del bienestar y de la calidad de vida de las personas.”[7]
La paradoja que crea el análisis del llamado terrorismo financiero es precisamente que no existe el control. Se asume por principio que nadie puede controlar al poder político. El poder político ostenta el monopolio de la fuerza de un territorio. Es la máxima autoridad de un territorio y no permite que absolutamente ningún agente pueda violar sus mandatos. Sin embargo, los gobiernos se han colocado por sí mismos en una situación de dependencia de los grupos y mercados financieros al grado que cualquier información manejada o maquillada crea pánico en la liquides y nerviosismo de impagos.
Por su naturaleza psicológica el terrorismo financiero tiende a ocultarse por la vergonzosa forma en cómo los estados nacionales aceptaron las condiciones de autorización de un tipo de violencia especulativa que desmorona el tipo de cambio e incrementa la deuda pública de un modo exorbitante. Asumieron la ideología de libertad de mercado que dice: no debe haber reglas sobre tipos de cambios estables sino crear un ambiente propicio para la especulación, el engaño y el lavado de dinero. No obstante, a la moral de los organismos internacionales solamente les preocupa el financiamiento que tiene que ver con el lavado de dinero. “El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), el FMI o el Banco de Pagos Internacionales son incapaces de controlar los trasiegos internacionales de capitales descontrolados capaces de financiar el terrorismo internacional.” (Granell, 2008: 378) Esta moral no considera una forma de violencia la autorización de la libertad especulativa que ahoga a los estados nacionales con deudas realmente impagables como el caso de Grecia.[8]
En consecuencia, podemos decir que el consumo de los TIN crea una paradoja entre violencia y derecho que no encuentra solución política para ser incorporados en la diversificación del consumo legalmente aceptado, ni en los organismos internacionales ni menos aún en los estados nacionales porque la violencia que ejercen los TIN es una forma de autorización con la que opera la globalización del libre mercado, es decir con practicas fundamentalmente injustas.
CONCLUSIONES
Las consecuencias devastadoras que deja la ideología del libre mercado en el 2008 motiva a los restauradores de certeza como Granell a enunciar dos aspectos fundamentales para contrarrestar los efectos de los TIN: a) El estado nación tradicional es incapaz de resolver los problemas globales y b) el Sistema Internacional resulta muy insatisfactorio y poco adaptado a un mundo globalizado donde las fuerzas del mercado están por encima de los intentos regulatorios y correctores de desequilibrios e injusticias. Frente a los retos mundiales, Granell termina diciendo que no se puede continuar bajo los parámetros operativos, sino que se requiere una “Gobernanza Global” donde la Organización Económica Internacional actual tenga la capacidad y la legitimidad necesarias de cubrir las lagunas que el sistema actual.
Desde entonces han pasado casi diez años y los consensos y equilibrios políticos aún no existen en la esfera mundial de modo que los objetivos perseguidos por los distintos grupos de países ricos y pobres siguen sin convergir, salvo en sectores y áreas muy determinadas. Sigue pendiente el deterioro ambiental; migraciones masivas provocadas no sólo por insuficiencias económicas, sino por violaciones de los derechos humanos o por conflictos bélicos regionales, raciales o religiosos; transmisión de enfermedades, creciente inseguridad causada por el narcotráfico o el trato de seres humanos gestionado por mafias o el terrorismo.
Para los restauradores de certeza el problema de la injusticia no radica en la ideología del libre mercado sino en la capacidad técnica (política y jurídicamente hablando) que es precisamente donde instrumentan los acuerdos y las reglas de operación. Sin embargo como hemos sugerido: los acuerdos y las reglas mínimas que exige el libre mercado conforman un juego donde se disfrazan las promesas; el que engaña observando los acuerdos encuentra motivos para engañar a los demás creando un ambiente de autorización de la violencia ejercida por un tipo de comercio absolutamente vergonzoso en el que paradójicamente se implican organismos internacionales, estados nacionales, mafia y terrorismo. El problema para los organismos internacionales y los estados nacionales es que no alcanzan a diferenciarse éticamente de los TIN, no aparece una división infranqueable entre lo justo y lo injusto sino que están interconectados con prácticas de injusticia a nivel global.
La libertad de comercio ha puesto en evidencia las paradojas de la violencia, donde autoridad y autorización no se corresponden sino que la autoridad investida se hace evanescente frente a un tipo de autorización que tiene la lógica del mercado, de un consumo insaciable que devora al planeta y a la humanidad entera. Los TIN solamente representan el sucio secreto de la política internacional en el que están implicados por sus prácticas de acción u omisión los organismos internacionales, los estados nacionales, las mafias y los terroristas.
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[1] El término es muy ambiguo e impreciso. Por ejemplo, si se toma de forma literal, un Estado fallido sería aquel en el que no hay un gobierno efectivo, y un gobierno dictatorial que acapara y utiliza todo el poder en plenitud de facultades. Lo que se quiere decir es que un estado “tiene éxito” si mantiene un monopolio en el uso legítimo de la fuerza física dentro de sus fronteras. Cuando este monopolio está quebrantado, por ejemplo, por la presencia dominante de señores de la guerra, de milicias o de terrorismo, la misma existencia del Estado llega a ser dudosa, y se convierte en un Estado que ha fallado o Estado fallido. La dificultad de determinar si un gobierno mantiene “un monopolio en el uso legítimo de los medios de la fuerza” (que incluye los problemas de la definición de “legítimo”) es uno de los factores que no permiten dejar claro cuando un Estado se puede determinar fallido. Estados fallidos. Alcalde, J (2007) “Estados fallidos” recuperado de http://www.perupolitico.com/?p=380
[2] En México los problemas que se derivan de los TIN comienza desde la designación del candidato a gobernador, alcalde, diputado, magistrado y demás autoridades, aunque hay que decir que hasta el momento no se ha ventilado una relación explicita del crimen organizado con el ejecutivo federal, “sin embargo no podemos decir lo mismo de las instituciones federales.” (Hernández: 2016: 29)
[3] Birdsall N (2001)“Center for Global Development” recuperado de http://www.cgdev.org/section/about/
[4] https://offshoreleaks.icij.org/
[5] Quiggin, John (2017). “Economía Zombie” consultado el 05 de febrero de 2017, http://press.princeton.edu/titles/9702.html
[6] Keiser; Max (2016). “Delitos bancarios”, fecha de consulta 01 de febrero del 2017, https://actualidad.rt.com/programas/keiser_report
[7] Morillo, Juan (2012). Terrorismo financiero o irresponsabilidad estatal, consultado el 06 de febrero del 2017 en https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/terrorismo-financiero-o-irresponsabilidad-estatal
[8] Navarro, V (2015) El terrorismo financiero contra Grecia, consultado 28-01-2017 en http://www.vnavarro.org/?p=12316